Identidad Mexiquense: Historia de Ecatepec
El origen de Ecatepec está intrínsecamente ligado a la historia de la Gran Tenochtitlan, así lo estableció la maestra Victoria Peimbert Salmerón, durante su conferencia sobre Identidad Mexiquense, presentada el 4 de marzo, en el edificio de Vinculación del TESE.
La experta en escritura jeroglífica, narró las circunstancias históricas por las que transitó lo que hoy se conoce como el municipio de Ecatepec de Morelos, y que en general son poco conocidas. Mencionó que luego de ser expulsados los mexicas, éstos permanecieron errantes durante siete años, hasta que encontraron su símbolo: una piedra en medio de un lago, un nopal y un águila devorando una serpiente, pero ese lugar pertenecía a los tepanecas de Azcapotzalco ahí se entrevistaron con ellos para tener el permiso de quedarse.
“Como era un lugar fangoso, la parte sólida la construyeron con fondos que formaban con troncos, lodo y raíces, y la primera planta de la Gran Tenochtitlan fue lo que en el Códice Mendocino se ilustra con cuatro báculos con dos canales a manera de “equis” para sanear el lugar. Después de once años de estar aquí, los mexicas se dividieron y una parte de ellos se fue a residir a Tlatelolco, en el montículo de tierra ellos fueron los primeros en construir pirámides y llega a tener un importante mercado al descubierto en representación del sol, que era muy ordenado, silencioso y con un juez para dirimir cualquier problema que se presentara.
“Los gobernantes de Tenochtitlan –continuó– durante once tlacuanines hicieron de su ciudad un lugar que provocaría la admiración de los europeos. A todos los pueblos que los habían rechazado durante 187 años, los dominaron totalmente, y no sólo a ellos, también a casi todos los pueblos de Anahuac hasta Nicaragua, que quiere decir ‘aquí termina el Anahuac’. Aquellos que no lograron conquistar, serían más tarde los aliados de Cortés.
“El tlatoani, llamado Axayacatl (cara del agua), fue el que venció a los tlatelolcas, los puso bajo su dominio y a partir de ese tlatoani los gobernantes de Tenochtitlan impusieron a quienes gobernarían Tlatelolco y dado que Ecatepec era parte de su señorío, a partir de entonces dicho territorio también se volvió tributario de los mexicas tenochcas. Los gobernantes que se designaron para Ecatepec fueron Ximalpilli Primero, Tezozomoc, Matlalcohuatl, Ximalpilli Segundo y Hualitzin, todos emparentados con la nobleza indígena tenochca”.
La profesora Victoria Peimbert añadió que en 1519 gobernaba el Sr. Hualitzin, quien era sobrino y yerno del gran tlatoani Motecuhzoma Xocoyotzin, pues estaba casado con su hija, más tarde bautizada como Francisca la pareja tuvo diez hijos, y el sexto, llamado Hernando de Alvarado Tezozomoc, fue el autor de la crónica mexicana que cuenta la historia de Ecatepec.
“El 8 de noviembre de 1519 llegan hasta Tenochtitlan Hernán Cortés y los recibe Motecuhzoma Xocoyotzin, y aunque éste había hecho lo posible porque los españoles no avanzaran hasta ahí, tuvo que comportarse con la figura que caracteriza a un tlatoani y los hospedó en el palacio de Axayacatl.
La expositora recordó a los presentes que en este palacio Motecuhzoma fue hecho prisionero y posteriormente murió por alguna enfermedad. Luego ocurriría la matanza de la nobleza indígena en el Templo mayor, la huída de los españoles en “la noche triste”, cuando murieron centenares de tlascaltecas y españoles, porque los mexicas los arrojaron de su ciudad y Cortés perdió todos los tesoros que habían saqueado de Tenochtitlan.
“A Cortés le llevó un año resarcirse de su derrota, logró reorganizar su ejército con los indígenas aliados y ponerle sitio a la gran Tenochtitlan, que duró 80 días, sin comida ni agua. Cuando ya habían muerto todos los guerreros mexicas, las mujeres se pusieron los atuendos de los difuntos, tomaron los ximalli, y las macanas y se subieron a las azoteas, para hacer creer a Cortés que aún había guerreros para defender la ciudad. En esos 80 días fue cuando gobernó Cuitlahuac, pero murió víctima de la viruela, fue muy poco tiempo. Para 1521, gobernó Cuauhtemoc (águila que descendió) pero tuvo que ceder Tlatelolco, y luego tomó la decisión de entregar sus armas a Cortés para salvar a los niños, mujeres y ancianos sobrevivientes. La caída de la Gran Tenochtitlan fue el 20 de agosto de 1522 y es entonces cuando empezó la esclavitud: los indígenas, a quienes se les consideraba como no humanos, fueron marcados con un hierro candente en la mejilla, y se les obligó a levantar los edificios de la nueva España sobre las ruinas de sus palacios y templos, no sólo en la ciudad de México sino en lo que hoy conocemos como la República Mexicana”, reseño la profesora Peimbert Salmerón.
“Las mujeres indígenas –agregó– fueron violadas por los frailes y soldados españoles y repudiadas por ellos, pero también por los propios indígenas, que no querían en sus hogares a hijos producto de esas circunstancias entonces se incrementaron los abortos y los infanticidios, porque la problemática de la mujer mexica era verdaderamente difícil”.
Explicó que durante todo el siglo XVI proliferaron las órdenes conventuales del clero regular. El convento de Tlatelolco fue fundado exclusivamente para los hijos de la nobleza, ya que para el pueblo no había escuelas ni hospitales. Los indígenas tenían que vivir en las afueras de la Nueva España.
Paulatinamente la nobleza indígena ganó terreno en sus derechos y se les dio escuela, quedando asombrados sus maestros por la facilidad con que aprendían matemáticas, español y otras materias. Intentaron llegar a ser sacerdotes, pero el Papa lo había prohibido, tanto a negros como a indígenas, por lo que tuvieron que desistir de ese propósito.
Para concluir la historia de Ecatepec, refirió lo siguiente: “Una de las hijas de Motecuhzoma Xocoyotzin, que fue bautizada con el nombre de Mariana, cuyos padrinos fueron Cortés y Malitzin, fue casada por orden de Cortés con el español Cristóbal Valderrama, quien era encomendero. Con él tuvo dos hijos, Leonor y Cristóbal. A la muerte de su esposo en 1546, Mariana heredó a su hija Leonor el cacicazgo de Ecatepec, porque ella se lo había dado a Valderrama como dote. Posteriormente Leonor se casa con Diego Sotelo, con quien tuvo dos hijos, Fernando y Ana. Fernando recibe de su madre la encomienda de Ecatepec, y se la pelea su tío Cristóbal. Luego de un largo litigio, Fernando Sotelo se queda con dos terceras partes de la encomienda de Ecatepec y su tío con una tercera parte. En 1618, cuando las encomiendas toman forma de hacienda, estos señores vendieron terrenos a particulares, lo que le dio una nueva división a esta entidad.”